El Hada Blanca de Hikaru. Cuento sanador para adultos.

Hikaru is the Soul of Light (San Miguel Gómez, 2020)

En los tiempos en los que vivimos, no hay que descuidar la salud mental. Y recordemos que ésta no es buena compañera de la crispación o la violencia directa o soterrada. Ahora bien, pareciera que «hay que» posicionarse, «hay que» estar peleado contra algo o contra alguien. Sin embargo, la violencia es una trampa que nunca ha solucionado ningún problema y menos si es de gran envergadura como el actual.

Es más sana la construcción entre todos de un clima de concordia y paz, en donde cualquier persona pueda aportar lo mejor de sí en función de su inteligencia, conocimientos, y capacidades. Un lugar el ser humano pueda desarrollarse y vivir. Y en el cual se vaya resolviendo el presente y crear un futuro más prometedor.

Mi aportación de hoy a ese clima pacífico y civilizado, es mi relato fantástico «Hikaru». Por cierto, las láminas son de Guillermo San Miguel Gómez, un dibujante de fantasía sensible y perceptivo, y aún mejor persona. Abajo encontrarán sus reseñas por si quieren contactarle.

Empieza mi relato.

» Hikaru no es un nombre femenino ni masculino, sino el Alma de la Luz.

Es tímida, inquieta y reservada, pareciera una Luna distante y altanera, pero en realidad, esconde sus tesoros detrás de una coraza.

Es un Alma hipersensible y real, que siempre se aleja y rechaza las manifestaciones desbordantes, los artificios y la superficialidad.

Ama la Libertad.

Es Libertad.

Y para este Alma, lo único continuo es el cambio.

Qué gran belleza, Hikaru, cuando se desarrolla en todo su esplendor. Cuanta ignorancia hay en quien no sabe verla, apreciarla y permitir que Sea. Y cuánto dolor se puede generar en esta bella Alma.

Pero al final, la Luz siempre brilla, sobre todo cuando hay oscuridad.

Light always Shines, but mostly in the Dark.

´Cuando se aprende a seguir luchando por las propias metas,

no sólo cuando no se tenga éxito y las cosas no salgan bien,

sino incluso cuando se ha perdido la Esperanza,

es entonces y no antes, cuando se hace realidad el Sueño.

Porque el Alma ya se ha transformado´

EL HADA BLANCA DE HIKARU

«Cada ser humano tiene una esencia única que nadie más puede percibir, a no ser que se exteriorice. Y es que a veces, el silencio es una puerta detrás de la cual está la inmensidad de quien se Es. Sobre todo, cuando ese maravilloso interior no ha sido tratado con el necesario amor, dignidad y respeto.

What the Closed Door Hides (San Miguel Gómez, 2020)

Cuando yo era pequeña, las enseñanzas de mis padres incidían en la auto exigencia y la comparación con mis dos hermanos, el mayor, Alex y Cleo, la pequeña. No son malas personas, pero ambos viven en un mundo al que yo, decididamente, no pertenezco.

Me llamo Hikaru y creo que soy la bala perdida de mi familia. Así, al fallecer mi padre ya me consideré huérfana real, aunque siempre me he sentido así. Y aunque ahora no puedo recordar todos los motivos, en el entierro tuve el sentimiento de que mi hijo y yo éramos un bloque y mis hermanos y sus familias otro.

The Chaos of Violence (San Miguel Gómez, 2020)

Yo siempre había vivido como en una oscuridad. Nunca estaba contenta con mi vida. Nunca lo he estado. Mis padres decían que yo era la «eterna insatisfecha» y se sonreían. Una sonrisita de suficiencia, que dejaba traslucir cierta burla y desprecio, sobre todo, comparándolo con el respeto y silencio con el que se dirigían a mis hermanos. Así que esa sonrisita acabó siendo el inicio de todas mis pataletas. Entonces también me pusieron el nombre de «exagerada».

Pero mi nombre es Hikaru, hija de la Luz.

La sonrisita de suficiencia y se extendió con rapidez a mis hermanos y el resto de mis familiares. Cualquier cosa que yo hacía era interpretado como «eterna insatisfecha», «inconstante», «exagerada» y demás. El ambiente hostil pronto se reflejó en mis calificaciones que siempre habían sido mucho mejores que las de mis dos hermanos. Estuve resistiendo hasta los doce años, que fue cuando bajaron en picado y comenzó la desazón. Entonces yo era una «vaga», «desagradecida» e «inútil».

Pero yo no era nada de eso. Sólo estaba agotada de pelear contra todo y contra todos.

Lo cierto es que nunca me gustaron mis padres y mis profesores no me tenían en demasiada estima, sobre todo, desde los doce años. Incluso en el colegio, mis hermanos eran mejor que yo en todo. Sólo una profesora se atrevió a confrontar a mi madre y a reprocharle que me estaba asfixiando, que no me dejaba ser yo, que yo era muy inteligente y que estaba desperdiciando mi talento. Recuerdo que mi madre la escuchó impertérrita y en casa, muy seria, se burló de sus palabras de aliento hacia mí y me dijo que ni se me ocurriera creer nada de lo que esa profesora había dicho. Pronto mi padre y mis dos hermanos, se sumaron a las burlas.

Esa misma noche caí en picado. Ya no sabía ni cómo respirar para no molestarles. Recuerdo que me dormí sumida en la tristeza y que me desperté sobresaltada de madrugada. Hacía frío, estaba lloviendo y la ventana de mi habitación se había abierto. Era raro porque se acaban de poner las ventanas de toda la casa. Me levanté a cerrarla y entonces sentí como un escalofrío en la espalda, era como si alguien estuviera también allí.

Someone was there (San Miguel Gómez, 2020)

Recuerdo que me asusté y me volví a meter en la cama, por momentos, pensé que estaba soñando, pero la sensación de que alguien estaba cerca de mí era demasiado real. Tragué saliva y encendí la luz varias veces, pero nada. Allí no había nadie. Entonces, de pronto sentí un gran alivio, como si unos brazos me abrazaran. Y no sé por qué, vinieron a mi memoria las imágenes de dos personas ancianas, mi abuela y mi abuelo maternos, que algunas veces me esperaban a la salida del colegio para darme caramelos y decirme cosas bonitas.

Recuerdo que una vez mi madre ya no pudo más, me regañó en plena calle y ellos ya no vinieron a verme nunca más.

El resto hasta el día del entierro de mi madre, fue como haber vivido en la oscuridad. Como haber estado viviendo una vida que no era la mía, que no me pertenecía.

Fue entonces cuando me di cuenta de que todos mis esfuerzos por adaptarme a la vida que mis padres y mis hermanos tenían, habían sido siempre inútiles. Ellos nunca mostraron interés por saber quién era yo, o respetarme. Tampoco quisieron que yo les perteneciera y yo, sencillamente, nunca me sentí dentro de su círculo. Así que nunca debí intentar nada que no fuera ser yo y encontrar mi propio camino.

The Ideas of Creative Genius (San Miguel Gómez, 2020)

Y fue en ese triste día, cuando el sentimiento de estar fuera se hizo tan profundo que quemaba, mientras me alejaba con mi hijo que daba pasitos metido en su traje y agarrado cabizbajo, a mi mano, sentí como una brisa refrescante cerca. Una energía protectora que ahora me doy cuenta de que siempre estuvo allí. La misma energía que sentí a los doce años, cuando la sumisión a lo que me rodeaba fue mi única salida para sobrevivir.

Eran mi abuelo y mi abuela maternos. Sólo les había visto en contadas ocasiones, porque mi madre les apartó brutalmente de nuestro lado. Pero entonces, me di cuenta de que siempre habían estado cerca de mí. Y fue entonces cuándo noté que una energía, al fin, distinta de la que siempre había recibido de mi familia, una energía que se parecía más a la mía, me integraba.

Tuve la sensación de que al fin… mis abuelos maternos me rescataban. Nos montamos en el coche mi hijo y yo y entonces me di cuenta de que no tenía por qué ir al convite con esa familia que ya no era la mía nunca más. Ya nada me unía a ellos. Nunca nada me unió a ellos. Todo el esfuerzo, durante todos esos años, tratando de ser quien no soy, para sólo recibir más desprecios y humillaciones, no había servido de nada.

Recuerdo que arranqué el coche y, deseándoles de corazón lo mejor, puse rumbo, con mi hijo a mi nueva vida.

Las casas, las calles, los pocos coches que circulaban, iban tomando otro significado. Ya no había miedo, ni rencor, ni más dudas. Por fin, la luz de mis abuelos pudo rescatarme. Así que yo iba a conquistar, al fin, todo lo que me pertenecía.

Iba a conseguir mi libertad, a ser y a honrar quién soy, a tomar decisiones por mí misma, a elegir siempre construir, a no tener que dar la razón a lo irrazonable y apoyar lo despreciable. Al fin, iba a ser Yo.

Recuerdo que miré por el espejo retrovisor a mi hijo. Estaba en el asiento de atrás, sonriendo y jugueteando distraído con un coche de juguete. Ni los niños, ni los adultos, pueden desarrollarse, aprender y mejorar en un ambiente de exigencias, designios marcados por personas irresponsables y dañinas, ni autoritarismo.

Nuestros hijos se merecen un mundo mejor. Son almas puras, blancas. Un lienzo sin pintar. Se merecen un gran presente y un mejor futuro. Un lugar donde puedan Ser y llegar a Ser quienes son en toda su plenitud. Un lugar en donde se apoyen sus talentos y su potencial y no se les machaque para que sean quienes no son. Un lugar donde puedan crecer sanos y fuertes, y ser felices. Necesitan en suma, un lugar donde al fin, la Oscuridad sea anulada por la Luz.

Children need Peace and Harmony to Develop (San Miguel Gómez, 2020)

Volví a mirar al frente y ahí estaba. El precioso camino del presente que nos llevaría a un maravilloso futuro. Yo también sonreí y recuerdo que nos pusimos a cantar. El viaje iba a ser largo y complejo. Pero teníamos talento, ilusión y un gran proyecto. Y sobre todo, la dulce Luz de mis abuelos maternos que tanto nos amaron, y que fue la que nos condujo a todo lo maravilloso que nos ocurrió después».

Laugh, Live and Dream. Your Present is your Future (San Miguel Gómez, 2020)

PD.- Muchas gracias por leer. Espero que la lectura haya sido amena e inspiradora. Asimismo, que estéis teniendo un maravilloso lunes del Pilar, la Hispanidad y las Fuerzas Armadas.

A Guillermo San Miguel Gómez, se le puede localizar aquí o en su Facebook: http://www.facebook.com/itogsm/

¡Feliz semana a todos!😄☕✨

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4 respuestas a “El Hada Blanca de Hikaru. Cuento sanador para adultos.

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