Coffe Time

HABLEMOS PORQUE HAY DÍAS EN LOS QUE UN@ YA NO PUEDE MÁS

Fuera está lloviendo y hace frío y además hay demasiada gente por las calles. Calles de una gran ciudad, plagadas de personas que no tienen tiempo para detenerse y hablar contigo. Y lamentablemente, a veces es mejor así, porque llega el momento en el que uno se cansa de que lo busquen para conseguir algo, para que otra persona te llene la cabeza de quejas o para hablar de temas que no te interesan.

Hay una paradoja entre vivir en una gran ciudad y la realidad interior de muchas personas. Porque nadie quiere perder el poco tiempo del que se dispone, pero también resulta que los seres humanos son simplemente eso, seres humanos. Así que tienen necesidad de comunicarse, de hablar, de exteriorizar lo que piensan, lo que sienten y lo que son. Y todo en cualquier orden. Para sentirse conectados, aunque sólo sea un rato. Pero para eso es necesario alguien en el otro lado que sepa escuchar. Y no sólo eso, sino que también quiera escuchar.

Es tan sencillo pero tan difícil a la vez. A veces creo que un niño de siete años tiene más capacidad de comunicarse de forma honesta y por lo tanto, más útil y reconfortante, que cualquiera de nosotros, los adultos que ya sabemos tanto de todo. Luego están las sucesivas zonas de seguridad a las que uno se va agarrando como a un clavo ardiendo. Así, cuando se hacen nuevos amigos, se tiene una nueva pareja o se tienen hijos, por poner algún ejemplo, se está seguro de que con una implicación al cien por cien, se arreglarán todas esas necesidades internas. Y es cuando uno empieza a dar, y a comprender todo, y a dar y a comprender todo y a volver a dar, y a volver a comprender todo. Y así hasta que llega el día en el que uno se despierta agotado, dándose cuenta de que ha dejado de ser quien era antes, pero no debido a un proceso más o menos consciente de desarrollo personal, sino porque sin siquiera darse cuenta y seguramente pretendiendo lo contrario, al final, se ha abandonado.

Dejar de atenderse a uno mismo y las propias necesidades, es una mala base para continuar inmerso en proyectos ambiciosos y de larga duración, pero casi todos lo hacemos. Nos sumergimos en los nuevos proyectos y nos olvidamos de cuidarnos. Si no es tu caso, enhorabuena, pero la mayoría se sumergen en empresas, proyectos y metas y se olvidan de todo lo demás. Y vivir en una gran ciudad no ayuda.

Desconozco si hay solución a esta situación. Cuando uno tiene cuidado de sí mismo, puede recomponerse, cuidar, nutrir y comunicarse de forma más efectiva con los demás, pero esto no es siempre posible. De nuevo, falta el tiempo material para hacerlo.

Lo que sí está comprobado es que si uno encuentra a lo largo de un día tan gris y lluvioso como el de hoy a alguien que sepa escucharlo, toda esa sensación de sentirse abrumado y desbordado, desaparece como por ensalmo. Y no hace falta empezar una conversación profunda o larga, a veces basta con una sonrisa, con un tono de voz afectuoso o que alguien sea capaz de parafrasear lo que se acaba de decir. En base a esto, porqué no dedicar algunos segundos de nuestro precioso tiempo a escucharnos de verdad unos a otros. Es importante lo que cada cual tenga que decir, y no va a impedir que luego seamos grandes en la arena de lo profesional, social o personal.

Escucharnos nos hace más humanos, menos infelices y nos conecta mejor. Y convierte un café inusitado de una mañana fría y lluviosa, en un nuevo comienzo, una nueva renovación, un nuevo estado emocional abierto a sentir ilusión por la propia vida, los propios proyectos, a tolerar los transeúntes anónimos y gustar de nuevo de vivir en una gran ciudad.

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3 respuestas a “Coffe Time

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